Cuando se habla de alcoholismo y daño, la mayoría de las personas piensan en los estadíos finales de la enfermedad.
Sin embargo, antes de llegar a esta fase, aparecen toda una serie de alteraciones que van orientadas hacia si y de si.
Estas últimas imbrican a otras personas que, en el caso de ser familiares, pueden ser dirigidas: en sentido vertical a los padres en un extremo y en el otro a los hijos, en sentido horizontal al cónyuge y otros familiares o convivientes.
De los daños que produce el paciente alcohólico a la familia el más grave es el que se relaciona con el aparato psicológico, el cual se resume en: personas y esferas.
En relación con las esferas, a partir de los efectos del tóxico el individuo renuncia de modo progresivo a todo aquello que no se relaciona con el consumo, ya sea social, espiritual, económico, afectivo, moral o en cualquier otro que tenga que ver con el funcionamiento familiar.
En cuanto a las personas es más específico: -Padres: sentimientos de culpabilidad, inseguridad por no poder contar con la persona de apoyo en una edad de pérdidas, y angustia ante la imposibilidad de ayudar a su hijo que padece una enfermedad grave.
-Esposa: stress por sustituir a la figura masculina de forma compensadora, frustración por deterioro de la relación, tristeza por incapacidad de brindarle ayuda, angustia a causa del maltrato (físico en ocasiones), ansiedad de renuncia a una vida plena y frente a sus hijos se sentirá intensamente culpable.
-Hijos: ambivalencia o rechazo hacia la figura paterna, sentimientos de abandono, minusvalía, inferioridad, así como también agresividad, imitación y alteraciones de la conducta.
Todo lo anterior provoca la aparición de enfermedades mentales (cuadros depresivos, ansiosos) sobre todo en los hijos, dada su vulnerabilidad, dentro de las cuales se describen con mayor frecuencia los trastornos de personalidad, que afectarán su capacidad adaptativa por el resto de la vida.
Son necesarios la prevención y el diagnóstico precoz como forma de evitar el daño en la familia del paciente alcohólico.
Evite las situaciones y lugares en los que suele beber, como las fiestas o los bares.
Pídales a su pareja, familiares y amigos que le ayuden a mantenerse alejada del alcohol.
Si tiene problemas para dejarlo:
Consulte a su profesional de la salud o empleador sobre los programas para el tratamiento del alcoholismo.
Únase a un grupo de apoyo de Alcohólicos Anónimos. Encontrará su número de teléfono en las páginas blancas o en las páginas de servicios comunitarios de su directorio local.
Contacte a la línea de ayuda del Concilio Nacional para el Alcoholisma y la Dependencia de Drogas (NCAAD, por sus siglas en inglés) al 1-800-NCA-CALL (622-2255)
El Alcohol Beber alcohol durante el embarazo puede hacer que su bebé nazca con defectos de nacimiento físicos y mentales llamados síndrome alcohólico fetal (FAS). El síndrome alcohólico fetal es la principal causa de retraso mental que puede prevenirse.
No se sabe exactamente cuánto alcohol ha de beber una mujer para causar el síndrome en su bebé. Ese nivel puede ser distinto en cada mujer. Por esta razón, los expertos recomiendan abstenerse de beber alcohol durante el embarazo, incluidos la cerveza, el vino, las bebidas a base de vinos y los licores.
Si una mujer toma una bebida en ocasiones antes de saber que está embarazada, es probable que no afecte a su bebé. Pero la mujer debe dejar de beber alcohol de inmediato o si piensa que está embarazada.
Para sentirse bien y divertirse. Para descansar y olvidar el estrés. Para escapar. Porque les gusta el sabor de las bebidas alcohólicas. Para estar más a gusto en reuniones. Para ser parte del grupo. Para emborracharse.
El alcoholismo es una enfermedad que consiste en padecer una fuerte necesidad de ingerir alcohol, de forma que existe una dependencia física del mismo, manifestada a través de determinados síntomas de abstinencia cuando no es posible su ingesta. El alcohólico no tiene control sobre los límites de su consumo y suele ir elevando a lo largo del tiempo su grado de tolerancia al alcohol.